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Ya sea real o imaginada, dada o recibida, gozada o visionada, no hay persona desorientada cuando lee felación (del latín fellare "chupar"). Es por ello que no voy a injerir en sus artes, para tal tipo de manuales ya están revistas focalizadas en adolescentes, véase "Loka", si no que indagaré en la historia de un técnica milenaria, sus controversias y su más famosa felatriz.
--> Osiris e Isis <--

Es considerada la leyenda más importante de la mitología egipcia, la felación más relevante, interpretada a lo largo de los años desde numerosas perspectivas. Su más fiel reconstrucción se encontraría en el "Tratado de Isis y Osiris" de Plutarco, sobre el que se sustentan las siguientes lineas.
Osiris fue rey de Egipto, cuajando un mandato sumamente provechoso, enseñando técnicas de cultivo, leyes y el culto divino, consiguiendo desarrollar y civilizar la sociedad. Gobernaba junto a Isis, esposa y hermana a la vez, quien compartía sus conocimientos musicales con vecinos y conciudadanos. Era un pueblo próspero, bien alimentado y pacífico cuando Osiris decidió extender sus enseñanzas por los alrededores, delegando la responsabilidad del país sobre Isis.



Seth profesaba un tremendo odio sobre su hermano Osiris, y alimentado por la más vil envidia producto de su poder y popularidad, fraguó en su ausencia un mortífero plan. Bajo el máximo secretismo, obtuvo las medidas exactas del cuerpo de Osiris, fabricando así un cofre de belleza incalculable, exquisitamente adornado, y donde encajaba milimétricamente el cuerpo de su hermano. A su regreso, Osiris fue recibido con un ostentoso banquete cuidadosamente orquestado por Seth, quien exhibió los más deliciosos manjares, hizo sonar la mejor música y obsequió a los presentes con el mejor vino. La festividad se alargó hasta alcanzar el júbilo colectivo, instante en que apareció el citado cofre precedido por la voz de Seth: "daré este cofre a aquel cuyo cuerpo encaje perfectamente en él".

Los invitados fueron probando sin fortuna en fila de a uno, Osiris ensimismado por el oro y la belleza de sus adornos exclamó, "Permitidme probar a mi". Como era de esperar, el cuerpo de Osiris se unió al cofre simbioticamente, "Encajo y será mio para siempre", fueron sus palabras, recibiendo por réplica "Tuyo es hermano, y de hecho lo será para siempre" , concluyendo el mínimo dialogo con el violento cierre del cofre, abandonado después sobre las aguas del Nilo, provocando la muerte del rey Osiris.



Isis, inconsolable, buscó a su marido hasta llegar al lugar adecuado. Allí logró introducirse en la realeza utilizando sus conocimientos estilísticos y medicinales, obteniendo tras un largo periodo de tiempo el beneplácito del soberano local para repatriar el cuerpo de Osiris. En su llegada a Egipto, Isis tuvo que ausentarse brevemente, coincidiendo la mala fortuna con el desarrollo de una cacería auspiciada por Seth. Encolerizado por el hallazgo, tomó el cuerpo de Osiris y lo despedazó en 14 trozos esparciéndolos por el Nilo en beneficio de los cocodrilos. Isis, desconsolada pero inquebrantable, comenzó a recuperar cada trozo arrojado sobre el Nilo, a excepción de uno, la parte correspondiente al pene había sido devorada por un pez maldito desde entonces, el pez oxirrinco.

Isis hija de dioses con capacidad mágica, reconstruyó una réplica artificial. Y colocando esta sobre la pelvis de su marido, comenzó a humedecer el falo paulatinamente con la lengua, saboreando hasta el más intimo recoveco, introduciéndolo suavemente entre los labios bajo un movimiento rítmico, realizando un felación mítica, devolviéndole la vida y permitiendo la copula que dará vida a Horus, futuro rey participe principal del destierre de su tío Seth.

--> Tribu Sambia <--



Melanesia es un conjunto de islas donde conviven cientos de variedades culturales, una cantidad ingente de tribus definidas por sus creencias sexuales. Para ellos, la masculinidad no es producto del nacimiento si no un estatus adquirido tras completar una serie de ritos preestablecidos, profundamente ligados a la homosexualidad.

Podemos mencionar los desaparecidos Marind-anim, quienes durante tres años de su vida adolescente practicaban sexo anal pasivo junto a su tío materno. Los jefazos de la tribu Nambia, homosexualmente promiscuos. Los Keraki, sodomizando chavales a través de la ceremonia "bramido del toro". O los Sambia en un proceso conocido como la ingesta de semen.



Los Sambia mantienen que la vitalidad enérgica de la vida proviene del semen masculino, y que éste, no se produce de forma indefinida sino que se puede agotar. El "tingu" (órgano sexual) femenino produce la sangre menstrual causante del embarazo, considerada potencialmente peligrosa, puede incluso dar muerte a un adolescente no iniciado en la ingesta de semen. Esta consideración vil y nociva, conlleva la purificación del hombre durante las relaciones sexuales matrimoniales, eliminando el olor vaginal a través de la colocación de ramas mentoladas en los orificios nasales, y a su conclusión, tomando baños de barro y perforándose la nariz por si mismos.

La ingesta de semen es una practica obligatoria entre los Sambia, impartida a niños de entre siete y catorce años, que dejarán su hogar habitual para residir en "la casa de los solteros". Esta ancestral conducta nace de la creencia religiosa que contempla el semen como el conducto esencial de la energía masculina, los niños creen que solo al ingerir cantidades considerables de esperma, se convertirán en guerreros viriles, hombres respetados y valerosos. Es costumbre asignar un "inseminador" a cada niño, encargado de instruirle en todo lo relacionado con la felación. La finalización del proceso hará de su pene un miembro utilizable, caracterizado hasta entonces por su disfuncionalidad, considerado flácido y seco por la sociedad.



No hace falta subrayar lo aberrante de dicha práctica, camuflada en rito cultural o ancestral, siendo en realidad un abuso mental y físico. Occidental u oriental, negro o blanco, hombre o mujer, primitivos o institucionalizados, todos somos seres humanos, y como tales disfrutamos con el sexo, esta comparativa igualitaria resalta la concupiscencia del proceso, la realización ególatra y manipuladora en pos de la satisfacción sexual. Una artimaña evidenciada por un hecho anatómico, la eyaculación es la eclosión de un placer exponencial.

PD: Continuará...


Museo

1. m. Lugar en que se guardan colecciones de objetos artísticos, científicos o de otro tipo, y en general de valor cultural, convenientemente colocados para que sean examinados.

2. m. Edificio o lugar destinado al estudio de las ciencias, letras humanas y artes liberales.




La acuñación del vocablo museo tiene una relación directa con las musas de la mitología griega. Estas eran nueve y descendían del mismísimo Zeus: Calíope (musa de poesía épica), Clío (musa de la historia), Euterpe (musa de la poesía lírica), Melpómene (musa de la tragedia), Terpsícore (musa de la música y la danza), Erato (musa de la poesía amorosa), Polimnia (musa de la poesía sagrada), Urania (musa de la astronomía), y finalmente Talía (musa de la comedia).

Fueron los romanos quienes adaptaron del griego "mouseion" (espacio adecuado para dejar trabajar a sabios y eruditos), al latín "museum", templo dedicado a las musas o casa de las musas. Estas musas, como refleja el párrafo anterior, poseen habilidades fácilmente identificables con el arte o las ciencias, pilares básicos de cualquier museo del siglo XXI. Dichas similitudes fueron las que durante los siglos XV-XVI, época cultural perteneciente al Renacimiento, produjera la derivación final hacía el término museo utilizado en el contexto actual.



Bogart: Ahora dile que tiene los ojos más irresistibles que has visto en tu vida.

Allan (dirigéndose a Linda): Tienes... más ojos... los ojos más que he visto en mi vida. ¡Tienes dos ojos!


Nos situamos en Broadway, centro teatral de Nueva York. Corría el año 1969 y un desmelenado Woody Allen, aún carente de prestigio artístico, comenzaba a despertar las primeras risotadas del respetable. Paradójicamente eran tiempos donde se creía incapaz de actuar como director, su prolifera carrera apenas había comenzado, y sin embargo, ya había dejado buena muestra de su reconocible sentido del humor, "Don´t drink the water".

Las luces de Broadway comenzaban a buscar su sombra cuando escribió la obra teatral "Play it again, Sam", uno de los mayores compendios cómicos para el que esto suscribe. Aclamado por crítica y público, más de 450 representaciones, recoge las patéticas habilidades de Allan, crítico de cine, por encontrar una nueva pareja tras el abandono de su mujer. En su ayuda aparecerá el matrimonio formado por Linda Christie, su amor platónico, y Dick Christie, su mejor amigo, sin olvidar la inefable colaboración de Humphrey Bogart.

En la representación original, al propio Woody Allen le acompañan Tony Roberts, Jerry Laci y Diane Keaton, elenco de actores que repetirá en la adaptación cinematográfica aparecida tres años después, "Sueños de un seductor". Fue entre bambalinas donde surgió el conocido amorío entre Diane Keaton y Woddy Allen, relación que alcanza su plenitud cinematográfica en Annie Hall (1977), película que les condecoraría con sendos Oscars, mejor actriz y director respectivamente.



La esencia y comicidad original de "Tocala otra vez, Sam" se ha transportado al teatro Maravillas (Madrid), sin la más mínima pérdida de interés. Con una escenografía sobria pero detallada, sensiblemente iluminada y eficazmente acompasada, la obra nos sumerge en un frenesí cómico, cargado de diálogos y situaciones hilarantes, donde la risa no carece de inteligencia. "Woody Allen" se materializa a menos de tres metros de distancia, y como si de un viejo amigo se tratará, desarrolla sin tregua una sucesión de situaciones donde explota su clásico personaje, perdedor irresistible, neurótico, mordaz, disléxico, y de un incontinencia verbal irremediable, ¡sublime!.



En palabras de Luis Merlo, "no se puede imitar a un genio porque eso es perder", y menos aún si cabe, cuando ese genio se interpreta a si mismo. Personalmente albergaba ciertas dudas respecto a su papel como Woody Allen. La serenidad que me transmite, su estatura y su marcado acento, me hacían presagiar un desmembramiento entre personaje y actor. Por el contrario, su buen hacer y profundo estudio del personaje, consigue que sobre el escenario veamos sencillamente a Allan. Su nerviosismo, lenguaje corporal, vocal, atlético, y su presencia consiguen sumergirte durante los "escasos" noventa minutos de función, ¡y es que te deja con ganas de más!.

No desfallecen a su lado María Barranco (Linda Christie), José Luis Alcobendas (Dick Christie), Javier Martin (Humphrey Bogart) o la polifacética Beatriz Santana, eso si, sin llegar a la magnitud alcanzada por Luis Merlo. Que más decir..., ¡es "Woody Allen" de carne y hueso, a tiro de piedra, y actuando ante tus ojos!.